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miércoles, 23 de mayo de 2018

Sombras Arcanas - Sesión X (fecha incierta)

Alkrom el Planeswalker


El desierto había absorbido ya al enano que caminaba hacia el este. Ya ni recordaba hacía cuánto se encontraba caminando ni hacía adónde. Atravesaba la arena, luego la tierra y finalmente la roca sólida. Hasta llegar a él. Su Lord Elemental, Kanarock estaba frente a él. Una descomunal montaña dentro del corazón del plano elemental de tierra. Le hablaba a directo a su cabeza: Kiel, un Elemental Lord del plano de aire estaba invadiendo el plano de tierra a través de fisuras. El balance que protegía Kanarock estaba en riesgo y Akrom debía traer los corazones de los antiguos y olvidados centinelas de su Señor Elemental. 

El Rubí del Alma

El primer centinela se encontraba custodiando un antiquísimo jardín de rubíes en las cercanías de la caverna de su Lord. En su camino Alkrom hace buenas migas con un pequeño y algo soberbio espíritu elemental que lo acompaña y guía hasta el jardín sólo por "curiosidad". El enano atraviesa la tierra sólida gracias a la bendición de su Lord y en las cercanías del Jardín de Rubíes aparece la primer gema asomando de la pared del túnel que se abre ante él y al intentar alcanzarla una asquerosa boca y unos agitados brazos asoman de la tierra y devoran el rubí. La misma escena se repite con las siguientes apariciones por lo que Alkrom usa su magia para invocar elementales. Grande es su sorpresa al ver como la cercanía y "coplanalidad" con su señor potencia su magia. Dos elementales desproporcionados lo acompañan ahora en su camino alcanzando y destrozando a los Xorns.
Xorn
Al llegar al jardín el horror azota al enano, centenares de Xorns avanzan alimentándose de los rubíes de la gran cueva y en el centro lo que queda del antiguo guardián: las piernas y medio torso del que sobresale un rubí del tamaño de la cabeza de Alkrom. La plaga de criaturas se acerca peligrosamente al corazón del centinela, por lo que Alkrom surfea la cueva sobre sus dos elementales que toman la forma de olas gigantes de tierras hasta el centinela para luego usar su magia y reformar con sus elementales el cuerpo del guardián, aunque sólo es una imitación del original este nuevo constructo desata una furia terrible sobre la plaga y en cuestión de minutos no queda un Xorn vivo. El guardián era conocido por su violencia en combate. Con la peste liquidada Alkrom recupera el Rubí del Alma.

Esmeralda del Emisario

El siguiente era el más misterioso de los guardianes, habría partido hacia las montañas, donde el plano de tierras rasga al de aire en una misión hace eones y Kanarock había perdido conexión con él en las cataratas de barro. Siguiendo a su compañero espíritu Alkrom llega hasta la superficie cerca de un mar infinito de agua que deja sin palabras al clérigo, se encontraba en el límite con el plano elemental del agua. Pero su próximo destino estaba en las montañas. A sabiendas de la amenaza de los elementales del aire que azotan las montañas el enano sube a través de un río de barro que baja desde las montañas viendo como se agitan los elementales de aire alrededor pero sin atreverse a acercarse al río de barro que desciende. Al llegar a la sima después de un tiempo que no sabe si fueron días, meses o años llega a un extenso lago de barro del que descienden varios ríos de lodo y en cuyo centro cae una constante lluvia de esta sustancia proveniente de la cascada que viene del cielo. Tras explorar la zona y sólo encontrar algunas plumas pero ningún guardián decide usar la bendición de Lord Kanarock para llegar hasta el punto en el que comienza la cascada. 
Su ascenso lo lleva hasta un templo en el cielo del que chorrea el lodo. Allí es recibido por los Aarakocras, algo diferentes a los de Athas.


Alkrom se lleva una gran sorpresa al ver que estos seres del aire se muestran pacíficos e incluso lo invitan a ingresar a su templo, que por dentro es sólo un gran espacio sin entrepisos dónde los hombres-pájaro pueden volar libres y en el centro el centinela de tierra reposando en un gran sillón. Alkrom intenta convencer al emisario de entregar su corazón pero este se niega, su misión está allí, manteniendo la paz. Tras una larga discusión y al borde de la rendición el enano convence al guardián de entregar su corazón por le bien de su Lord. Los Aarakocras aceptan la decisión y agradecen los años de paz que será mantenida. Incluso ponen a disposición de Alkrom un Roc que lo lleva hasta el borde del plano de fuego, los volcanes.

Música de Megadeth de fondo
El Corazón de Fuego

La siguiente gema era el alma del primer centinela que había marchado a una terrible guerra contra el plano de fuego, la última señal de Kanarock lo mostraba bajo una terrible explosión de fuego. Interminables días de recorrer volcanes llevan a Alkrom a descubrir la Ciudad de Latón, el único asentamiento habitable del plano de fuego.


Allí no tarda en descubrir lo sucedido. El efreeti más poderoso de la ciudad había reclamado todos los tesoros de aquella terrible guerra y próximamente haría un desfile, como cada centenar de años, para exhibir sus riquezas. Era la oportunidad. En las zonas bajas de la ciudad el enano contrata un ladrón tiefling para el trabajo y organizan un plan.



Durante el desfile, antes de que el comerciante efreeti salga con su carruaje por la entrada de la ciudad Alkrom se le interpone distrayéndolo mostrando las gemas que él poseía de los otros guardianes, para el efreeti no había otra gema que igualase la belleza del corazón de fuego que llevaba ahora en su lujoso collar. El segundo de distracción es suficiente para que el tiefling salte y robe la gema. Comienza la persecución y el clérigo utiliza una barrera de barro para poder escapar con el tiefling.

Al terminarse su conjuro los soldados montados comienzan a atravesar el campo hacia los ladrones hasta alcanzarlos. 
Ante el riesgo de perder la gema Alkrom rápidamente le pide el Corazón de Fuego al tiefling y pide que confíe en él. Tras recibirla el enano comete un acto de traición, la protección de su plano elemental es más importante que la lealtad al ladrón. Aunque con un gusto amargo consigue la gema fundiéndose en la tierra y escapando hacia el próximo guardián.

Diamante de los Susurros

Alkrom debía volver al límite del plano del agua. Allí encontraría al más callado de los guardianes: Susurro. Pero en cambio, tras caminar por la playa muchísimo tiempo, encuentra a la que descubre fue su "amante", un ser femenino de piel azul. Tras hablar por un tiempo largo descubre que la mujer poseía el Diamante de los Susurros y lo entrega con la promesa de que Lord Kanarock le daría un nuevo cuerpo a su amado. Por esto la mujer sigue a Alkrom de nuevo a una audiencia con su Señor.

La Forja

De nuevo frente a su Lord Elemental Alkrom entrega las gemas. Kanarock sólo había podido construir tres centinelas nuevos, por lo que, sabiendo la misión del enano, lo deja elegir una gema para imbuir el arma que tanto desea forjar, además entrega mineral estrella caído del cielo.
Alkrom debía elegir entre el Rubí del Alma, perteneciente al más violento y sanguinario de los centinelas, la Esmeralda del Emisario, que había encontrado otra forma de completar su misión, el Corazón de Fuego, imbuido por las llamas del plano de fuego o el Diamante de los Susurros del que nunca se sabía que pensaba. La esencia de cada guardián aún latía en cada corazón. El diamante era una promesa para la mujer, debía cumplir; el corazón de fuego tenía el gusto a traición. Para la difícil decisión final Alkrom alega la prueba que más impacto le provocó, elije la Esmeralda del Emisario para forjar, a los pies de la Montaña Implacable, Lord Kanarock, la espada para su campeón. Utilizando como apoyo el corazón de fuego para crear una forja Alkrom cumple el objetivo de su vida: forjar un arma digna de un campeón, con el bonús de hacerlo con la bendición de su Lord.


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