En busca de Rhintar
-Nox… Nox…
Una voz áspera hizo eco en la oscuridad mental del inconsciente minotauro.
-¡Levántate!
El grito trajo consigo un dolor agudo que provino del interior de su cuerpo, sintió su piel arder y recordó que aun esta en batalla. Trato de invocar su arma pero fue en vano, ya no estaba frente al árbol que creció del alma enferma de un vampiro, estaba en su hogar entre las montañas.
Sorprendido miró el cielo que alguna vez fue azul convertido en negro.
-¡Nox!
Por las praderas hechas desierto corrían hacia ningún lado sus hermanos, de cuerpos enormes y ojos inyectados en sangre que se despedazan entre ellos.
Sintió en su propia carne el odio y el horrible olor a pelo quemado lo mareo.
-Ese es el final que te espera a ti y a los tuyos si te rendís ahora…
Escucha otra vez la voz que le resultó conocida y ve como los pocos minotauros que aún quedan en pie vomitas gusanos y sangre.
El miedo se apoderó de él.
-Así que ponte de pie, esto es solo un pequeño paso hacia la corrupción que siento correr dentro de ti. El destino de tu pueblo es tu causa. Así que levántate… Ghraam ¡Tu señor, así lo exijo!
Nox abrió los ojos y los esbirros, mitad sombras y mitad deseos se esfumaron entre el humo que cubría la cueva. Alrededor como en la muerte era todo cenizas.
A un costado Niquo y Pavel intentaban recuperar el aire, le cuentan a su compañero que fue una victoria a medias, que con el fuego también desapareció Darrath.
-El destino de tu pueblo es tu causa.
Siguió escuchando desde algún lado... -Nox... se levantó y sin decir una palabra de un hachazo le desprendió la cabeza del cuerpo al extranjero. Tal vez así se calle.
Con el peligro aniquilado decidieron terminar de recorrer las ruinas en busca de mas tesoros o información pero sin existo, el pasado estaba enterrado como lo interesante del lugar. Mas allá de algunos goblins salvajes o luces con formas de dragones que hablan de historias terminadas, la zona perdió todo su atractivo, los enemigos estaban derrotados.
Era momento de volver pero antes necesitaban descansar, fue un día largo que trajo consigo muchas heridas. Buscaron un rincón seguro y como de costumbre se turnaron para dormir, el primero en tocarle hacer guardia fue a Niquo.
Muchas cosas pasaban por su cabeza pero algo en particular lo envolvía en melancolía, extrañaba las risas picaras de sus hijos, la voz dulce de su mujer, las noches después de cenar en su estudio, la cama, hasta al perrito Popito.
-¿Qué hago acá?
Se preguntó.
-Esta no es la vida que había construido, las aventuras son para los héroes, no para mí. Ya estoy viejo, me duelen los huesos, las piernas. Tengo sueño, hambre…
Se lamentaba Niquo en soledad hasta que desde un rincón escucho.
-Thesekar…
Presto atención y las sombras se volvieron nítidas.
-¡Mirador!
Era la voz inconfundible de Darrath.
Respiro aliviado Niquo, estaba vivo.
-Darrath se va y vuelve. Darrath ve y cuenta.
Continuó diciendo el lizardfolk, sus ojos parecían afiebrados.
-Darrath ve calma en tu espíritu, mirador. Darrath conoce que mirador busca lejos. Darrath igual; camina lejos. Se esconde más allá del pozo que no termina.
Por más que lo intentaba se le hacía difícil entender al enano.
-Mirador debe saber que Darrath se esconde de otros ojos que miran. Muchos ojos que caminan, lento y rápido. Ojos que salen sin límites de Isla de fuego. Ojos igual a los ojos de martillo de fuego. Mirador debe saber. Escudo debe saber.
Sin dejar que Niquo pueda preguntar se da media vuelta y desaparece convirtiéndose otra vez en sombras.
-Darrath debe irse y debe volver por pequeño dragón frío.
Fue lo último que se escuchó desde la otra habitación.
La noche pasó sin más novedades, de lo único que se hablo fue de la visita del compañero y las extrañas palabras que dijo.
Aunque Nox buscara entre los rincones alguien con quien pelear, la subida por las lianas y llegada al asentamiento kobold fue en paz. Ahí fueron recibidos por el guerrero Mipo que rodeado de hermanos se seguía vanagloriando por victorias ajenas pero eso no molestaba al grupo, todo lo contrario les causaba simpatía.
“Todo pueblo necesita un héroe.” Pensó el minotauro y se acerco a entregarle la cabeza del extranjero, mayor culpable del infortunio kobold.
-Te olvidaste de esto pequeño. ¡Sin tu valentía todavía estarían en guerra con los goblins!
Dijo Nox serio y los ojos de Mipo se agrandaron hasta convertirse en dos esferas brillantes. Miró a sus hermanos, estos lo miraron a él y sin que tenga oportunidad de hablar ya era llevado en alzas ante Yusdrayl al grito de “¡Mipo! ¡Mipo! ¡Mipo!” Los ídolos también nacen entre mentiras.
Al quedar en silencio la habitación el grupo noto que no estaba solo, el “pequeño dragon frio” los observaba desde su jaula. Estaba apagado, serio, poco se podía ver del ser legendario que algún día se convertiría. Niquo recordó las palabras de Darrath y no se contuvo en acercarse hablar, sentía culpa, ellos eran los responsable de que el dragón perdiera su libertad.
-Nosotros te pusimos detrás de esos barrotes y nosotros te sacaremos. ¿Confías en nosotros?
Preguntó Niquo pero el dragón los recordaba bien, no eran personas honestas para él. Por las buenas nunca aceptaría ayuda así que el enano uso de su magia para que lo vea como un amigo, un cómplice.
-Usa tu poder para congelar el metal que Nox los romperá. ¡Pero es ahora que los kobols están distraídos!
El plan salió a la perfección, el dragón uso su aliento y el minotauro su fuerza. Lograron escapan sin vistos.
El animal volador uso sus alas para perderse en el cielo y el grupo sus piernas para internarse otra vez en el bosque, esta vez con la conciencia limpia.
Era momento de continuar con el plan, llevar la carta de la Logia de Estrellas Divinas para Rhintar. Debían ir hacia el telescopio. El problema es que por la persecución y pelea contra los goblins se habían perdido, el camino estaba lejos y no sabían cómo volver. Niquo intentó guiarse por las estrellas pero al ser todavía de día se le dificultaba.
-¡Es por allá!
Dijo confiado sin saber que estaban yendo hacia otro peligro.
Perdidos llegaron a las puertas de un antiguo y abandonado cementerio que de enormes muros separaba a los vivos de los muertos.
-Demos la vuelta mejor…
Dijo el enano asustado mientras miraba para todos lados.
-No hace falta, rompamos las puertas y atravesémoslo.
Nox parecía excitado, hacia mucho que no invocaba su arma, medio día, y esta parecía una buena oportunidad. Deseaba que algún cuerpo se levante de su descanso eterno con el único propósito de volver a enterrarlo. Pavel también estaba decidido a entrar, no veía peligro en hacerlo, estaba acostumbrado a la adrenalina como un buen héroe.
Otra vez de un golpe rompieron las cerraduras y entraron al cementerio. Primero Nox, segundo Pavel y tercero Niquo abrazado a la pierna del semi orco.
En el medio de la travesía, entre mausoleos y nichos con leyendas en un idioma antiguo, ven más cerca de lo deseado un esqueleto. Este estaba sentado sobre un mármol gris rodeado de vegetación que crecía alrededor de la tumba.
-¡No deberían estar acá!
Gritó y flotando en la túnica negra que lo cubría fue directo hacia ellos.
El pequeño mago no dudó en correr, no quería estar ahí, menos pelear contra un no-muerto. Comprendía que era un lugar sagrado y es mejor no romper la paz que trae consigo la muerte. En cambio el brujo levantó su arma que se formó de un fuego rojo y salió despedido a embestirlo, quería enfrentarlo, probar su poder.
Pavel también decidió pelear, dejar a Nox sería peligroso pensó. Pero al intentar cargar su arco se tambaleo, vio todo borroso, como la imagen que sus ojos captaban se difumina y apareció arriba de un árbol a las afueras del cementerio. El esqueleto en un movimiento de huesos lo había provocado sin que el semi orco se dé cuenta.
Quedó solo Nox adentro que atacó y pegó como sólo él pega; enérgico y conciso. La túnica negra se desgarro y los huesos sonaron al romperse.
-¡Necio, no debes estar aquí!
Volvió a gritar el esqueleto que usando el mismo hechizo otra vez logro deshacerse del minotauro al teletrasportarlo fuera junto a Pavel.
Sin cruzar palabras con sus compañeros, que ya habían decidido dejar el cementerio atrás y seguir en la búsqueda de la ruta, Nox gritó al cielo y lleno de bronca entró corriendo a terminar lo que había empezado.
Otro golpe alcanzó, nada más. El esqueleto quedo hecho astillas entre las tumbas y el minotauro feliz, en paz consigo mismo, salió despacio caminando por donde había entrado.
-Ahora sí, sigamos nuestro viaje.
Dijo con voz pasiva a sus compañeros y rió complacido. Había vuelto a ganar y eso le daba confianza. Esta vez fue él quien los guió por el bosque y como esperaba lo hizo bien.
Una vez que lograron encontrar el camino hacia las Minas de Mordoon deciden recorrerlo entre los árboles, ser vistos sin tener noticias de lo sucedido en el pueblo puede ser peligroso, razonaron.
-¿Quién sabe? Tal vez nos sigan buscando.
Dijo el enano y el resto entendió.
Así caminaron por horas ocultos entre troncos y raíces hasta que llegaron a ver a lo lejos como se acercaba una carreta, un chófer y dos guardias custodiaban varias cajas cerradas.
-Vienen de la mina.
Concluyo Pavel observando las ropas de los escoltas.
-No es necesario que mueran, solamente están haciendo su trabajo.
Se adelanto a decir Niquo imaginando como seria si a él lo asesinaran mientras escribía en su escritorio, le desagradaba la idea. Pero de la boca del minotauro ya se asoma una espuma espesa y blanca.
Mientras discutían que hacer, Pavel tenso su arco y disparo, el silbido de la flecha termino dentro del cráneo del chófer desatando el caos. Al notar que ya no había palabras que lo detuvieran Nox se abalanzó entre los árboles y salió al ataque. Fue un combate difícil donde la diferencia la hizo la oscuridad mágica del brujo. El grupo logro quedarse con el vehículo y así volver su camino menos cansador.
Pasaron dos días en la ruta donde entre charlas para matar el tiempo Pavel se abrió hacia su pequeño compañero contándole un poco más de su vida. El semiorco era más joven que sus otros diez hermanos. Su padre había sido esclavizado o aprisionado, era muy chico y no recuerda. Contó como se entrenó y como tuvo que luchar siempre por lo que quiere. Incluso dio detalles sobre la relación que lleva con su actual esposa...
Lo primero que vieron al final del camino fue la mina de donde provenía la carga de minerales que llevaban. Para evitar más problemas decidieron doblar directo hacia el gigante telescopio, al que a esa altura del trayecto se le veía el lente; redondo y brillante a la luz del día.
Desde que tomaron ese estrecho camino hasta que llegaron a su entrada no vieron ni sintieron a nadie, un silencio peligroso brotaba desde su interior. Por esa razón con cuidado Pavel se paró frente la puerta y llamo con golpes secos, lo hizo reiteradas veces pero no obtuvo respuestas.
-La fuerza es la llave de todas las cerraduras.
Dijo entre dientes Nox que aparto al semi orco y la pateo volándola en pedazos.
Niquo había salido de la ciudad con la información de que hacía tiempo no se sabía nada de Rhintar así que no le llamó la atención ver lo abandonado del lugar. Un grueso polvo cubría los tablones del suelo y los muebles de planta baja, hacía tiempo que ese piso no era transitado. La ansiedad por saber que sucedía era tanta que subieron las escaleras sin revisar o prestar atención a nada.
Al llegar al primer piso se encontraron con las marcas en el suelo de una explosión, una expansión de cenizas dibujaba un eclipse en el cual las llamas del sol eran negras. Decidieron esquivarlo, si alguna vez sirvió para algo ya había cumplido con ello pensaron. Otra vez eligieron dejar todo en su lugar sin investigar y seguir avanzando.
En el segundo piso, a diferencia del anterior, los esperaba un enorme círculo de sal con la apariencia de una luna llena y junto al dibujo un cadáver… asustado, temiendo que sea un ritual de invocación, todavía no ejecutado, Niquo pateo la sal.
-¡Es una trampa!
Grito el enano sin saber que su ignorancia la había hecho activar.
La sal blanca se expandió para luego empezar a elevarse alrededor de él.
-¡No, es un demonio!
Alertó Pavel y lo empujo hacia un costado.
Un olor agrio que les hizo dar nauseas nació de la figura que se estaba formando entre el humo y la sal. El demonio estaba decidido a matarlos como probablemente lo hizo con Rhintar, así que empezó a atacarlos sin cortesías.
Chocaron las hachas con Nox, también volaron las flechas de Pavel. La bestia del abismo utilizó artes oscuras de la magia, incluso levantó el cadáver de Rinthar como zombie para que ataque a Niquo quién utilizó su magia para caminar por las paredes para mantenerse a salvo y desde allí llevado totalmente por el miedo estira la mano y piensa en un lugar seguro, en las estrellas, en lo infinito de lo bello del universo, materializando un choque de moléculas que imantan pedazos de metales alrededor. Vuelan pequeñas tuercas y engranajes, también partes del telescopio como otros aparatos que tenía Rhintar que terminan dándole una forma de pequeña araña que sumó fuerzas contra el demonio. Y a medida que este mostraba sus fuerzas también se le acababan.