Lyrengorn
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Lyrengorn desde lejos |
Desde su posición no logran vislumbrar el estado de la ciudad. El ángulo y los Elvenpeaks impiden ver la urbe. Aún preocupados por Paighon, pero sin saber de él, arman un campamento para pasar la noche. La siguiente mañana avanzan hacia el oeste.
La tundra y el terreno escarpado no son problema para She-ra, pero sí para Nipples que reniega del sendero. Tras una lomada She-ra siente una fuente de calor, al avanzar la nota bajo sus pies, se encontraba, junto a Darastrix, en medio de un círculo sin aguanieve. Un segundo después ambos se encontraban haciendo una pirueta en el aire para no caer. De debajo de la tierra emergió la fuente del intenso calor, una criatura insectoide enorme.
Darastrix es el primero en disparar pero su tiro no es certero. Vincenzo ataca a la bestia e incluso la cercanía al atacarlo le hace arder la piel dejándole profundas quemaduras. Varios ecos del guerrero aparecen revoloteando alrededor del monstruo. Nyzel lanza un conjuro electrizante y también es víctima del intenso calor. She-ra aprovecha que la criatura está atontada para retirarse, invocar su conjuro cazador y conectar dos disparos letales con su arco. Nipples avanza y Raven la cubre. La bestia responde mordiendo a Vincenzo, quemándolo con el ardor de su aliento y manteniéndolo en el aire entre sus fauces dispuesto a deborarlo entero. Darastrix suelta su arco y de un brinco y un par de aletadas llega a lomos del monstruos desenfundando a Colmillo del Cónclave para apuñalarlo por el cuello desde una posición aventajada.
El kóbold mantiene la posición a pesar de estar expuesto al intenso calor. Vincenzo carga sus músculos de adrenalina y abre las fauces del monstruo para liberarse utilizando sólo su poder físico. Luego, con el mismo envión de adrenalina golpea al monstruo varias veces. Finalmente el disparo último lo da She-ra para cerrar el combate. Se toman un rato para organizarse. Vincenzo recupera el aliento, Nyzel toma su cuchillo y recupera partes del monstruos, colmillos, dientes, retazos de piel. Darastrix usa una ilusión para proteger al enano, sospechan que los jinetes de wyverns puedan verlos desde el aire. Por su parte She-ra continúa el avance y logra ver el acceso a la ciudad. Todo parece despejado y no hay movimientos militares. Se toman un rato largo para definir el plan de acción y, sabiendo que Lyrengorn recibe sin problema a quién logre llegar hasta allí, deciden entrar como si fuesen viajeros comunes. De a poco la tundra comienza a transformarse en planicies verdes debido a la humedad y temperatura del microclima entre los Elvenpeaks. Cruzan los pastizales, luego las plantaciones y finalmente llegan a la ciudad sin murallas, puestos de guardia o fronterizos.
Les llama la atención la tranquilidad y naturalidad de los elfos. No parece que estén en guerra. Limitados por el idioma se toman un rato en encontrar a un humano con quien hablar. Averiguan la locación de la posada e intentan averiguar más, en particular por las autoridades, pero este sujeto les advierte con que los elfos difícilmente los reciban. Además, toman nota del comentario de que hace tiempo no llegan viajeros, si bien son poco frecuentes en general. Cuando preguntan por los wyverns les responde que el ejército es bastante celoso de ellos, en especial desde la guerra con el Cónclave Cromático. Darastrix traga saliva y mira para otro lado. Finalmente le preguntan al sujeto por su motivo allí, dice trabajar por encargo y con clientes selectos. Ante la sospecha de que sea alguien importante, y quizá uno de los pocos con quién puedan comunicarse, le preguntan por la familia Ilira, se toma un momento para pensar pero no recuerda nada en concreto. Finalmente se despiden. She-ra plantea que la gente no sabe de la guerra.
Siguiendo las indicaciones del sujeto llegan a la única posada donde pueden ser recibidos, y comprendidos. Son atendidos por un enano fumando pipa. Asegura no saber por qué hay poca gente llegando y parece ignorar un comentario de Darastrix sobre tropas en el sur. Tras indagar sobre las comodidades del lugar reservan por tres días. Durante la charla She-ra comenta sobre el ejército de Lyrengorn pero el enano continúa con otro tema.
Posadero |
Preguntan abiertamente por Ilira a lo que el enano responde que no debe ser alguien de perfil público, al mencionar su vínculo con los wyverns dice que menos chances hay de saber de esa familia.
Se dirigen hacia una plaza donde intentan hablar con un músico callejero, pero nadie entiende la lengua común. Frustrados comienzan a gritar y llamar la atención hasta que un par de guardias de la ciudad se le acercan y hablan en su idioma. Para solventar el problema piden ir a un comercio mágico y son escoltados hasta El Mágico Mundo de Elwydon.
El Mágico Mundo de Elwydon |
Encuentran al dueño en una especie de campo antigravitacional delatado por la levitación de su larga cabellera mientras inspecciona un báculo. El sujeto confunde a Darastrix con un familiar mágico, luego con un conjuro de reencarnación fallido y finalmente elige no tocar el tema de que un grupo pintoresco le de voz y voto a un kóbold. Van directo la grano y le piden un pergamino con un conjuro puntual para logran comunicarse con los locales. Luego intercambian algunos componentes para pociones que traen como dedos y ojos de gigantes. Además Darastrix logra cambiar un abanico mágico al que no le han dado uso por diamantes para Raven en caso de un accidente.
Vincenzo, impulsado por su curiosidad característica pregunta si conoce a una mujer de apellido Ilira, el semblante de Elwydon cambia y explica haber estudiado con ella. Tras explicar que, luego de la muerte de su marido y exilio de su hijo, desapareció de la vida pública, les anota la dirección de su antiguo hogar y les pide que sean prudentes. Al salir y ver que los guardias aún los escoltarían deciden ir de nuevo a la posada, de manera de no levantar sospechas con ellos.
Pasan parte de la tarde armando flechas con los dientes del monstruo y dejando que Nyzel copie a su libro de conjuros el nuevo pergamino. Ahora sí, se dirigen al antiguo hogar de Paighon.
Una vez en las cercanías notan que en la esquina opuesta hay tres guardias apostados en vez de las patrullas que han visto antes. Deciden actuar con cautela. Se retiran, escriben una nota explicando algunas cosas y diciendo que si necesitan rescate prendan una vela en la ventana por la noche. Suponen que alguien de la familia de Paighon podría estar prisionero allí. Luego Darastrix, utilizando sus artilugios arcanos, mete la carta de forma discreta en el buzón estando invisible y sin acercarse a la puerta, sólo a unos cuantos metros. Luego aprovecha la invisibilidad para volar y otear el lugar. Hay un pequeño patio trasero que se nota abandonado y ambas casas que la flanquean parecen habitadas de forma normal. Pasado esto se reúnen y vuelven a la posada. Allí Nyzel pregunta al posadero si sólo hay dos entradas a la ciudad, aunque la respuesta es que sí, queda en claro que hacia el norte no hay mucho lugar a donde ir. La ciudad simplemente está abierta al norte y sur, pero sólo hay tránsito en el lado sur. Vincenzo pregunta por la seguridad de la ciudad ya que ha visto patrullas. El enano explica que luego de la guerra con los dragones la población aceptó fácilmente que se multipliquen las patrullas y se refuerce el ejército. Pasan el resto del día descansando. She-ra tiene, incluso, una visión negativa de su matrona mientras medita. La invade la frustración.
Más tarde deciden ir a ver si está la vela encendida. En el camino alguien toma del brazo a She-ra y la lleva a un callejón aledaño. Es una elfa encapuchada y rápidamente la incita a que no visiten la casa de Paighon, la comunicación es rápida y caótica mientras ella muestra la carta que dejaron, el tiempo parece apremiarla. Ignora las preguntas de She-ra y le pregunta por Paighon y advierte que están en peligro. Le dice que tome a sus amigos y no hagan estupideces. She-ra corre a alcanzar a su grupo y les transmite lo sucedido. Luego los lleva al callejón pero no encuentra ni rastro. Sólo una extraña marca muy pequeña en la pared cerca del suelo, como hecha con la punta de un cuchillo.
She-ra sospecha que la mujer era la hermana de Paighon y debaten confusamente sobre qué hacer. Darastrix se acerca invisible y ve la vela encendida en la ventana del primer piso lo que trae aún más confusión al grupo. A sabiendas de la posible trampa Darastrix utiliza su magia y subterfugio para ingresar por la puerta del patio y sube volando invisible por la escalera para no accionar trampas o ruidos. La planta baja no ofrecía información y se encontraba vacía. En la primer planta utiliza su capa y conjuro de mano de mago para hacer un señuelo y una mujer sale de la habitación principal. Darastrix invisible le pone un cuchillo en el estomago y comienza a interrogarla. Al principio la mujer asegura se aliada, pero con el correr de las preguntas del kóbold ésta pierde la paciencia y "tose" emanando unas esporas y humo amarillo que nublan la visión de Darastrix. Acto seguido es alcanzado por un golpe contundente que no ve pero lo infecta brutalmente, el golpe es seguido de dos tajos de espada. El kóbold estaba al borde de la muerte, le ardía todo por dentro. Sabiendo que estaba en desventaja y muy herido lanza abrojos al piso para impedir que lo sigan y emprende vuelo por dónde vino. Escucha una segunda voz femenina acercándose mientras huye. Ambas perseguidoras quedan presas de los abrojos dando tiempo al kóbold de huir volando suficientemente rápido como para verlas maldecir en el patio de la casa. Con Darastrix muy herido vuelven a la posada donde termina de contarles lo sucedido. Regresan con cautela a la posada, pero no parece haber guardias. Asumen que una parte importante del gobierno o el ejército no está influenciado por el enemigo, por lo que la guardia no está tras ellos... aún.
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La siguiente mañana She-ra decide salir a explorar por su cuenta y antes de comenzar siquiera se cruza al humano con quien hablaron el día anterior en el recibidor de la posada. Parece saber bastante y les pide que compartan información. Le extiende una moneda tallada a She-ra y le da indicaciones de una casa cerca de una cascada donde deben usarla para acceder.
La moneda tiene el mismo símbolo que vieron la noche anterior. She-ra le muestra la moneda en tono de victoria al resto del grupo y se dirigen casi inmediatamente al punto de encuentro. Muestran la moneda tras golpear la puerta y acceden a una sala de reuniones donde está el humano y la elfa que habló con She-ra la noche anterior, además de otros elfos. Todos llevan capas de viaje y la capucha descolgada. La mujer parece inicialmente furiosa porque She-ra no le hizo caso e igualmente fueron a la casa a pesar de su advertencia. La cazadora no puede evitar notar el parecido entre esta mujer y Paighon, debe ser su hermana. Tras un poco de caos comienzan a alinear la charla. Cuentan la situación en los reinos del sur, cómo Lyrengorn comenzó una cruzada de conquista, además de advertir sobre todo lo que saben de las babosas, y los locales cuentan que, para mantener su negocio utilizaban un sendero subterráneo por el Underdark para tener ventaja comercial con la competencia, pero que ahora el túnel fue ocupado por la milicia.
Finalmente acceden a hacer detonar el túnel en un punto determinado accediendo por un ingreso poco transitado con ayuda de estos sujetos. Si logran cortar el suministro de huevos de wyverns, alimentos y soldados a los ejércitos del sur, podrían debilitarlos lo suficiente como para enfrentarlos y luego ocuparse fácilmente de los que queden en Lyrengorn debilitados también. Asumiendo que deberían mantenerse entre las sombras cómo hasta ahora para no alertar a los ciudadanos elfos.
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