La dura caparazón del gusano hace que sea difícil acertar un golpe efectivo y el combate con la criatura se extiende desgastando a los exploradores. Antes de morir la bestia logra morder el brazo de Rundy bañando su extremidad con una baba ácida dejándoselo inutilizable hasta sanar. Con un último golpe el gusano cae al pozo perdiéndose en la oscuridad.
Ante la insistencia de Henry de devolver la mano al enano "no-muerto" Rancis envía a codicia en busca de la mano en el pozo. De la misma forma turbia que el cuerpo la mano se mantiene a medio descomponer y recuperan el putrefacto pedazo de cuerpo.
De camino de nuevo a la habitación del enano "muerto" Henry aprovecha para acercarse a Rancis y disculparse por no haber develado antes que sabía sobre la magia de Late M.
Una vez en la sala sólo Henry se aproxima un poco y desde una distancia de unos dos metros arroja la mano al cuerpo, el impacto hace caer la cabeza que ruda por el piso mientras se escucha la risa histérica del enano que repite la palabra "inocente" una y otra vez. Es ahí cuando Henry detecta al costado las dos perlas caídas de los cuencos de los ojos del enano, las toma y lo dejan descansar en paz, si es que eso es siquiera posible ahora. No si que antes, saturado por la turbiedad de la situación Late dispare un virotazo a la cabeza, empujándola por el impacto al otro extremo de la habitación.
En la habitación más allá del pozo retoman la exploración. Encuentran una sala de registros y un tallado en la pared escrito en enano que dice: "ya están viniendo".
Un hall de recepción es lo siguiente en iluminarse con las antorchas del grupo. Descubren el polvo de unos cuadros para ver dos pinturas de nobles y una gran imagen de una guerra en dónde humanos y enanos pelean juntos contra los "sin alma", según las palabras de Rundy.
A esta altura Late comienza a manifestar su incomodidad con este lugar y manifiesta que escapará de esa tumba, como la llama, si algo malo comienza a suceder.
El pequeño hall abre paso a una habitación que en su momento habrá estado llena de colores, además encuentran un atril dónde entienden se exhibía el Hacha de los Defensores Enanos.
Los descubrimientos siguen, está vez detrás de dos estatuas que representan enanos campeones. Detrás de ellos alguien talló, de nuevo en enano, la frase: ya llegaron. El siguiente pasillo, antaño protegido por las estatuas anteriores, exponía una serie de esculturas enanas de pequeño porte que pasan rápidamente a los bolsos de los aventureros.
Abren la última puerta del complejo y una ráfaga de aire los choca, encontraron el pasaje hacia otro lugar, podría ser la ciudad, los caminos interminables o un pasaje al otro lado de las montañas. En la última sala que custodia el pasaje encuentran mucho mineral de cobre, como preparado para ser enviado y otro tallado: "ya llegaron, mandamos a los soldados y cerramos la puerta tras de ellos".
Antes de seguir exploran un poco más la zona y deciden, antes de irse, inspeccionar el cuerpo de alguno de los invasores de Komek. Los cráneos presentan dientes afilados y deformidades. Late descifra que podrían estar transformados por las condiciones de la vida bajo tierra.
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