Cesamyr, Almeric y Sombra se encontraban recorriendo los alrededores del bastión de Wulff mientras Thadeous seguía sumergido en la biblioteca hasta que el ruido de galope de un caballo agitado los alerta. Lady Izot se aproximaba a toda velocidad por el camino con rostro de preocupación. Sin perder tiempo les comenta que la villa avvarita de Redhold está por ser atacada por engendros tenebrosos y que si ese pueblo cae los engendros llegarán hasta el Arlingo de Colinas Occidentales por el oeste y estando Wulff con sus hombres combatiendo en el sur esto sería catastrófico.
Arlingo de Colinas Occidentales |
Sin otra fuerza de combate que ellos mismos Cesamyr y Sombra parten al galope hacia el oeste. Almeric se queda custodiando a Thadeous que debe seguir con su investigación.
El viaje es largo pero siguen las indicaciones de Izot, cambian caballos en el señorío de invierno del Arl Gallagher y continúan sin descanso hasta acercarse al pueblo de Redhold. En medio del bosque, en un claro artificial formado por la tala de árboles se encuentra algo más que una villa, un asentamiento amurallado sobre la falda de las montañas.
Dos enormes puertas de madera reforzada impiden la entrada al pueblo, sobre las murallas docenas de arqueros apuntan a los recién llegados y el Caudillo Owyne los recibe fríamente. Alegando estar esperándolos el Caudillo abre las puertas y habla con Cesamyr y Sombra en la puerta. Al parecer el chamán Elorn predijo la llegada de los habitantes de las tierras bajas y su ayuda sería fundamental para resistir el inminente ataque de las fuerzas de los habitantes de la noche que se aproxima, los cazadores se encuentran fuera cazando y muchos campesinos han sido asesinados como ya habrían descubierto hace una semana. Tras unas pocas palabras más Owyne los deja con Lowenna, una jóven y melancólica mujer que se limita a acompañar a los recién llegados a una choza de la que pueden disponer. Luego de dejar las cosas, cuando Cesamyr y Sombra piden a Lowenna un recorrido por las murallas, un niño de los pocos que hay en el pueblo llega y le susurra en el oído a Lowenna que termina diciendo que Elorn, el chamán los quiere ver.
Avanzan por lo que parecen calles, aunque nada tienen que ver con las calles de las ciudades que conocen, los caminos son simplemente secciones musgosas entre las casas y construcciones arbitrariamente dispuestas, hasta llegar a un círculo de pilares que rodea un pozo junto al que se encuentran Elorn con una especie de arnés con astas en su espalda sobre la que descansa un caburé y a sus pies una pequeña cabra.
Elorn, el chamán avvarita |
El chamán se presente y lo que sigue parece más una evaluación sobre el carácter de Cesamy y Sombra, un interrogatorio que es interrumpido por un terrible rugido proveniente del pozo a lo que el chamán responde pateando la cabra al agujero. Sigue otro rugido y el ruido húmedo de carne desgarrándose. Elorn explica que mantienen allí a Vron, un león rojo como el que enfrentaron hace tiempo en la montaña. Es el animal sagrado de la villa y lo alimentan con animales vivos para mantenerlo salvaje. Cuando Elorn se aburre o termina su interrogatorio los envía a beber algo a la casa de un cazador no muy lejos del lugar.
La posada del cazador consume su tarde hasta que se cruzan Azur Ar Brosna, el sobrino del caudillo que se acerca al grupo haciendo preguntas sospechosas. Finalmente, tras interrogarlo y presionarlo, descubren que él podría ser la verdadera preocupación de Izot al mandarlos allí. Los mandó a proteger a su amado con quien había planeado fingir el secuestro, acto que resultó en desgracia cuando fueron atacados y separados por el malnacido de Balan. Desde entonces no tenía noticias de Izot, se alegra de saber que ella está bien, él sigue recuperándose de las heridas producto del encuentro con Balan.
Tras el festín Owyne invita al grupo a conversar en la sala aledaña al salón. Él no tiene oro, riquezas de valor para la gente de las tierras bajas ni influencia más allá de sus murallas. Pero les entrega a Aamor Fin una espada antiquísima forjada por los alamarri, el pueblo anterior a los avvaritas y los habitantes de las tierras bajas. La hermosa espada imbuida en lirio tiene una leve llama plateada, es tibia al tacto y dice Owyne que a veces la espada canta. Debían pelear por tres noches, hasta que vuelvan los cazadores, como un solo pueblo otra vez y la espada sería suya. Owyne agradece la ayuda y confiesa que él duda que haría lo mismo en su lugar.
Owyne con Aamor Fin |
La mañana los recibe y el pueblo entero se prepara para la Danza con Haakon, que es como ellos llaman a la batalla. Deciden visitar a Elorn en busca de alguna ayuda mística y lo encuentran en su santuario sentado en un taburete de forma súper abstraída respondiendo vagamente a sus preguntas hasta que susurra algo de una gran bestia, en ese momento vuelve en sí y entrega algunos ungüentos curativos.
Las horas se hacen interminables hasta que finalmente un cuerno de batalla en el límite con el bosque termina con la insoportable espera. Cesamyr y Sombra se encuentran sobre al muralla, justo al lado de la entrada a la ciudad.
Los engendros se preparan para cargar |
Al irse el último rayo de sol la primer horda de Genlocks corre hacia las murallas con escaleras y ganchos. Cesamyr logra hacer palanca con su espada y tirar una escalera, retrasando la incursión, Sombra corta la soga de un gancho y se enfrentan así a los engendros que van trepando la muralla. La sangre comienza a chorrear desde la muralla, pero logran aguantar la primer oleada. La segunda es más terrible y los Henlocks logran penetrar con más potencia. Tras intercambiar golpes en las murallas estos saltan al interior del pueblo.
Sombra se ve terriblemente herido por lo que baja a buscar refugio y usar sus ungüentos en el pueblo mientras Cesamy continúa solo enfrentándose a media docena de engendros él solo en la muralla. Tras curarse sombra sigue a uno de los engendros que penetró las defensas encontrándolo dentro de una casa siguiendo el olor de un aterrado niño escondido, allí lo embosca entrando por la ventana y liquidándolo en el acto. En su camino de regreso a la muralla ayuda a otros avvaritas peleando en el pueblo y vuelve junto a Cesamyr para resistir la tercer oleada.
Cuatro Henlocks tiran de las cadenas atadas a las protuberancias óseas de un terrible y gigante oso infectado con la plaga utilizándolo como arma de asedio para tirar abajo las puertas de entrada.
Las flechas parecen no ser la mejor opción contra la dura piel del oso por lo que Cesamyr, tras clavar varias de sus jabalinas en los engendros que tiran de las cadenas y mientras Sombra lo cubre atacando también a los engendros, salta sobre la cabeza del oso clavando su espada mágica infligiendo un gran daño a la bestia la que responde rodando y lanzando a Cesamyr al suelo.
Cesamyr se enfrenta al Oso |
Finalmente los Henlocks van muriendo por lo que el oso puede atacar libremente a Cesamyr en un terrible combate en vez de ser forzado a atacar la entrada al pueblo. Aunque ya dañado por los constantes ataques de Sombra y Cesamyr el oso no tiene mucho más resto para combatir y cae tiñendo de rojo la nieve a su alrededor. Los engendros se retiran.
A la siguiente mañana reina la calma tras la victoria hasta que las puertas se abren, han regresado los cazadores antes de tiempo. Si bien lloran al enterarse recién de la muerte de sus familiares y amigos en los campos hace unas semanas se alegran de que el pueblo haya resistido y Cesamyr y Sombra pueden ser relevados de su tarea como protectores.
Algunas hazañas son recordadas mucho tiempo después de que todo lo demás se desvanezca en la memoria. El coraje de resistir contra una horda de engendros tenebrosos junto a un pueblo que no es el propio genera una historia perdurable. Es posible que los héroes que sobrevivan al asedio de Redhold sean abordados un día por uno de los legendarios Guardas Grises con una oferta…
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