El dragón se encontraba presto a descargar su arma de aliento contra el grupo. Pero antes de siquiera medir sus fuerzas es Sariel quién habla con la bestia. Mientras la maga hace lo suyo hablando civilizadamente con la sierpe, Bruno obliga a fuerza de amenazas a Meepo de que hable con el dragón.
Muy dubitativo el kóbold avanza hacia el dragón sólo para encontrar su fin en las fauces de la bestia. Calcryx no duda en vengarse de su anterior captor. Primero había sido prisionero de los kóbolds, luego de los goblins. El grupo negocia ayudar a Calcryx a cambio de que este les ayude a obtener la recompensa prometida ya que deciden no entregar al dragón. En cambio fingen volver con los kóbolds trayendo amarrado a Calcryx siendo recibidos con vítores y festejos.
Una vez frente a Yusdrayl comienzan a lanzar sus hechizos a lo que la kóbold apenas alcanza a lanzar un conjuro protector sobre si misma.
Una lluvia de disparos y ataques mágicos cae sobre la maga kóbold antes de que pueda hacer nada significativo mientras la mayoría de los reptilianos huye y sólo un puñado de guerreros se queda atacando e intentando domar al dragón. Calcryx usa su arma de aliento aniquilando a unos cuantos de sus ex-captores. En el fragor del combate Hess es fuertemente herido al tiempo que un par de kóbolds logran apresar al dragón y comienzan a arrastrarlo lejos. Sólo cuando logran reagruparse vuelven a inclinar la balanza a su favor, liberar al dragón y liquidar al último enemigo.
Una vez terminado el combate Calcryx se despide advirtiendo que el pacto con el grupo terminó y que en un futuro encuentro no tendrá consideración con ellos. Una vez que el silencio vuelve a dominar las salas de la Ciudadela se dedican a reclamar su "paga". Toman la llave del trono, algunos pergaminos y un cinturón de fuerza de orco que toma Hess en su poder.
Con la llave en su poder abren la puerta que les impidió el paso anteriormente. Unos extraños pedestales sostienen orbes apagadas y desquebrajadas. Sólo una orbe aún emite una luz azulada que Sariel identifica como mágica. Bruno se acerca e intenta tomar el objeto pero antes de esto una extraña música penetra en la mente de todos los aventureros dominándolos y haciéndolos huir hasta la entrada. Tras ceder el efecto mental vuelven a la sala. Esta vez sólo Freydis y Bruno avanzan con los oídos tapados. La exploradora toma con sus codos la orbe e intenta salir de la sala una vez allí se destapa lo oídos y notan que la música no está presente esta vez. Guardan la orbe y continúan a la siguiente sala.
En la siguiente habitación sólo encuentran la estatua de un dragón hecho en márbol blanco con vetas rojas como venas. Al inspeccionarlo una voz mágica pronuncia un acertijo: "Venimos de noche sin que nadie nos llame. Desaparecemos de día sin ser robadas. ¿Quienes somos?". Responden correctamente "las estrellas". Así logran abrir una puerta secreta antes invisible y avanzan a una especie de templo antiguo.
La sala principal se encuentra flanqueada por seis estatuas de estilizados elfos en ropajes que parecen lujosos, aunque una de las estatuas parece arrancada a la altura de los tobillos. Más adelante un pozo que deja al descubierto un foso lleno de púas. Utilizan una soga para llegar a salvo al otro lado y se encuentran con un pequeño demonio contra el que pelean y ganan rápidamente.
Al morir la criatura se convierte en humo de olor a azufre mientras ríe y anuncia que ha sido liberado. Con la amenaza controlada pueden inspeccionar el gran ataúd que domina el centro de la sala. Un enorme ataúd con diseños dracónicos y enormes herrajes que traban la tapa. Entre su equipo de aventuras Hess saca su palanca y fuerza todas las trabas, una por una. Una vez liberada la tapa entre todos la empujan y esta cae pesada al suelo. Queda al descubierto un troll perfectamente conservado en lo que otrora fueran ropas finas, ahora podridas y cuarteadas y ornamentos de plata aún brillantes. La criatura se levanta y parece fuertemente desconcertada. Reacciona a los gritos enojándose y tratando de acomodar sus ideas a medida que el grupo lo interroga. Parece haber sido castigado por alguna razón. Al final no contiene su furia y ataca al grupo. Bruno ha escuchado suficientes historias sobre trolls. No tarda en lanzarle un frasco de aceite encima que luego se encendería con los ataques de fuego.
Una vez que el troll se convierte en una masa viscosa y carbonosa pueden recuperar los tesoros del ataúd y algunos pergaminos mágicos. Están desgastados y deciden acampar allí. Durante su guardia Hess descubre un pasadizo secreto que recorre en la mañana cuando todo el grupo se encuentra activo. El pasaje secreto sólo lleva a una sala con una leyenda que anuncia la maldición que había caído sobre el troll. "Aún al quebrar las leyes un sacerdote del dragón sigue manteniendo su rango y sus honores". Es todo lo que hay para descubrir sobre este extraño sacerdote perdido en el tiempo. Deciden seguir investigando la fortaleza y vuelven al ala que supuestamente aún gobernaban los goblins.
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Retoman los pasillos oscuros ya explorados hasta las cercanías del lugar dónde habían encontrado a Calcryx descubriendo un pasillo que con dos posibles puntos para avanzar. Uno parece ser una aldea goblins cubierta heces de estas criaturas y el otro es una zona circular con un pozo en el medio dónde parece haber un goblinoide de mayores dimensiones debatiendo con sus guardias. Tras debatir tras las puertas por las que espiaban deciden atacar al líder. Tumban la puerta y entran de forma agresiva.
Líder goblinoide |
La sorpresa da una ventaja al grupo, aunque sólo pasajera. Concentran sus ataques de rango en una pequeña y anciana goblin bruja mientras los hobgoblins avanzan y disparan sus arcos. Al llegar a combatir cuerpo a cuerpo y recibir las órdenes del líder acomodan sus tácticas y causan mucho daño, especialmente a Hess que cae inconsciente por unos segundos. Por su lado los disparos de Freydis eran certeros, matando en cada disparo su confianza aumentó e intentó empujar a unos goblins que aparecieron como refuerzo por los gritos de lso hobgoblins, esto la dejó expuesta a los ataques del más fuerte de los enemigos que la empuja al foso. Por fortuna Sariel siempre tiene listo su hechizo de Caída de Pluma. Con calma se cuelga de una liana y queda pendiendo en el pozo mientras el grupo termina el combate. Heridos deciden dejar pasar un día para recuperar fuerzas.
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