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sábado, 3 de octubre de 2020

La Mina Perdida de Phandelver - Sesión 01 (27/09/20)

 Un nuevo viaje

Harbeck Buscarrocas

Sargento Harbeck Buscarrocas, o Harbeck, del Clan Buscarrocas entre los míos, entre el Pueblo Robusto. Tras entrenarme en Mintarn viajé a la ciudad de Neverwinter, la Joya del Norte a servir como mercenario, pero las ciudades no están hechas para un seguidor del Padre de los Caminos. Pronto me vi suspendido de mis funciones. Aunque la paga ha cesado, ahora puedo dedicarme a mi deidad, Marthammor Duin. Poco tiempo después volví a encontrarme con mi primo Gundren Buscarrocas que, al parecer, había encontrado algo cerca del poblado de Phandalin y me pagaría por llevar, junto a otros mercenarios, parte de suministros y equipo de minería al pueblucho humano. Sólo una excusa más para mí para volver a los caminos. Él partiría primero, se adelantaría junto con su escolta, un guerrero humano llamado Sildar Hallwinter.

Ciudad de Neverwinter
Es el año 1491 DR, el año de la Bruja Escarlata y ya dejamos atrás hace tiempo la Ciudad de Neverwinter, debemos viajar sesenta millas al sur por el Camino Alto antes de virar al este por el Sendero Triboar. Me acompañan Galahrin "el sin suerte" un halfling en el que me cuesta confiar, parece cegado por el dinero, Ferghus Hankwinter, un humano con un nombre muy pomposo, Hessen Brock es otro humano, pero de mirada resuelta, su pueblo fue arrasado cuando el Monte Hotenow hizo erupción y lo destruyó todo, dice necesitar el dinero para ayudar a sus padres a recuperar parte de todo lo perdido, la paga en el puerto no le parece bastar, por último está Erevan, un mago del Pueblo Gentil, respeto que se encuentre en los caminos haciendo su búsqueda personal y no en los templos perdiendo el tiempo.

¡Emboscada!
Al dejar atrás el Camino Alto rodeado de prósperas granjas nos adentramos un poco en el Sendero Triboar, un poco más desolado y menos transitado, además de menos custodiado por las guardias de las ciudades. Mientras controlaba las riendas de los bueyes que tiraban de nuestro carro logramos ver a la distancia una obstrucción en el camino. Al acercarnos un poco notamos que son los cadáveres de dos caballos. Esto no pinta bien. Hessen se ofrece a avanzar y correr los cuerpos y, oliendo el peligro, Galahrin y Ferghus se adentran un poco en las arboladas, la emboscada era inminente.
Goblins al acecho 
El silbido de las flechas desencadena el caos. Galahrin y Ferghus son alcanzados por proyectiles de goblins. ¡SUCIOS Y ASQUEROSOS GOBLINS! ¡LOS ODIO!
Invocando los poderes del Padre de los Caminos curo a Ferhugs y avanzo hacia los agresores. Hessen desenfunda su espadón y parte en dos a una de las repugnantes criaturas. ¡Sabía que el humano de mirada resulta era el mejor aliado! Por su lado, el humano de nombre pomposo atraviesa completamente a un goblin lanzándole una jabalina. Mi actuación y griterío funcionó, dirigen sus ataques contra mí, pero no pasarán mis defensas, golpes y disparos llegan inútilmente a mi robusta armadura. Erevan utiliza una lluvia de misiles mágicos para acabar con otra alimaña. Ferghus vuelve a abatir un enemigo con sus jabalinas. Finalmente Galahrin logra terminar con la vida del último goblin mientras emprendía la huida. 
Estando en calma analizamos fríamente la situación. Los caballos tienen una enorme cantidad de flechas con penachos negros clavados pero... pero... No puede ser, es el caballo de mi primo, Gundren. Entro en shock... el otro era el corcel de Sildar. Esto no era posible. Una simple emboscada goblin pasó a ser el posible final de nuestra empresa. Comienzo a buscar y encuentro un rastro, han llevado arrastrando algo grande hacia el norte ¿será mi primo? Si no lo rescatábamos no habría paga para el resto, nuestra misión no tendría sentido. Por fortuna estos mercenarios se muestran comprensivos y acceden a participar de la búsqueda de Gundren. Aunque, a cambio, el halfling me pide que me comprometa a ayudarlo con "algo" en Phandalin. Sabía que en algo raro anda.
Luego de esconder la carreta donde no llame la atención lidero la marcha siguiendo el rastro. En la desesperación y la prisa no miro el camino y caigo estúpidamente en una trampa de estas sabandijas haciendo el ridículo y quedando colgado patas para arriba de un árbol. Me "ayudan" a bajar y me doy un golpazo contra el suelo. No es nada, tenemos que seguir. Esta vez más prudentemente. Así es como logro descubrir otra trampa de los goblins que fácilmente dejo al descubierto con una rama que arranco de un árbol vecino.

El rastro se borra justo frente a una gruta y Hessen cruza el río para inspeccionar el otro lado sólo para volver a ser emboscado por los goblins ¡ASQUEROSOS GOBLINS! Por fortuna son sólo dos y los liquidamos a pura fuerza bruta. Ante la obviedad de que más criaturas asquerosas se refugian dentro de la gruta decidimos tomar un descanso mientras vigilamos la entrada. Luego de reponernos nos adentramos a la cueva. Debo liderar la marcha otra vez ya que luego de unos metros todo se vuelve oscuro y no queremos encender una antorcha por lo que nos valemos de mi visión en la oscuridad. 
Tras unos metros diviso, a mi derecha y subiendo unas escaleras un grupo de lobos encadenados y algo alborotados. Para no llamar su atención utilizamos los cuerpos de los dos goblins asesinados para cubrir nuestro olor. Así logramos pasar frente a los sabuesos sin alertarnos. Adelante, sobre el nivel del río que sale de la gruta y sobre un puente veo un goblin no muy alerta. Es Erevan quien lo despacha a la distancia con sus proyectiles mágicos. El ruido del agua y su eco en la caverna cubren cualquier ruido.



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