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lunes, 11 de septiembre de 2023

Exandria - Sesión 32 (03/09/2023)

 Magos, Elfos y Wyverns

20 de Duscar de 840 Post Divergencia - Winter's Crest

Vincenzo
She-ra y Darastrix son los primeros en acercarse al soldado. Les interesa saber qué pasó. Encuentran a un sujeto en armadura, con una capa y tratando de hablar con los pescadores. She-ra se presenta y escucha la historia. Westruun fue atacada desde adentro. Jinetes de wyverns, magos y undeads a pie. La ciudad no pudo contener un ataque desde dentro. El guerrero dice no ser de la ciudad ni tener vínculos allí por lo que decidió huir. No se encontraba en el centro y logró salir antes de ser alcanzado por las fuerzas invasoras. Darastrix susurra algo sobre unos falsos dragones pensando en los wyverns justo cuando aparece Ngyr-Korath, aún encapuchado preguntando por los wyverns y si eran elfos. El recién llegado dice que no logró ver de cerca a los jinetes, pero los magos sí tenían orejas puntiagudas. Esto deja pensando a Ngyr-Korath mientras Nyzel pregunta al guerrero cómo hizo para sobrevivir. Quien se presentase como Vincento hace un comentario jocoso sobre la longitud de sus piernas respecto a las del enano para intentar calmar la tensión por la noticia y repite que huyó fácilmente por no estar cerca del centro en el momento del ataque. Ngyr-Korath, con el semblante preocupado asegura que los elfos y wyvernes vienen de Lyrengorn, lo que despierta la curiosidad de She-ra. Debaten unos minutos sobre las posibles motivaciones de los elfos sin llegar a ninguna conclusión coherente.
¿La vuelta del Rimelord?
El debate se interrumpido por una tremenda visión. Unos enormes picos empiezan a emerger en el hielo. Los pescadores susurran el nombre del Rimelord, justo en el aniversario de su derrota. Especulan sobre un posible debilitamiento de los límites entre los planos. Ngyr-Korath no puede dejar ir el tema de los elfos e insiste en que ellos no practican la nigromancia...
Posponen el tópico de los elfos momentáneamente y deciden tomar el tema más urgente y adentrarse en el hielo. Darastrix se adelanta volando y ve como se yergue un enorme castillo de hielo más adelante, como emergiendo del lago congelado, además ve unas extrañas volutas luminosas revoloteando entre las agujas de hielo. Desciende, comenta lo visto y continúan a pie. Aprovechan la caminata para preguntar sobre la vida del recién llegado. Darastrix se siente sorprendido y confundido de que Vincenzo asegura haber vivido en el mar, idea que parece escapar de la comprensión del kóbold. Su imaginación se dispara y bombardea de preguntas que el guerrero sabe responder con empatía. 
El interrogatorio se ve interrumpido, las volutas se hacen presentes como guardianas de los alrededores del castillo de hielo. Volutas luminosas azules rodeadas de filos de hielos que las orbitan a gran velocidad.
Volutas guardianas
She-ra trepa a una de las agujas de hielo y dispara desde allí. Las esferas flotan en el aire y la alcanzan sin problemas. Los fríos golpes se potencian entre sí entumeciendo los músculos de la cazadora por el frío. Vincenzo esquiva un ataque, parece tener sus recursos. Nyzel lanza un conjuro de telaraña que se ancla entre las columnas de hielo, luego prepara su látigo hecho de una columna vertebral. Darastrix ataca con su daga y se posiciona a resguardo. Ngyr-Korath saca su bastón y lanza proyectiles de fuego acelerados. Hace arder la telaraña y genera gran daño a las orbes. Al mismo tiempo utiliza su piedra mágica para invocar poderes del más allá que arremeten contra las orbes alrededor de She-ra destruyendo una de ellas. 
Vincenzo y su Eco
En ese momento Vincenzo invoca a su eco, una técnica de tierras lejanas que utiliza la potencialidad y probabilidades para materializar otras posibles realidades y hacer uso de ellas. Mágicamente intercambia posición con su eco y ataca con su espada, luego es el eco quien blande una espada destruyendo a otra orbe. She-ra intercambia espadazos con la orbe que la amenaza y la trata de congelar. Nyzel intenta reaccionar, pero su herida interna le impide reaccionar correctamente. Disparos de fuego y filos de arma. She-ra da el espadazo final a la última orbe guardiana. Darastrix parece sordo tras el combate. Varias voces abruman sus sentidos, pero sólo el las siente. She-ra lo restablece mágicamente. Notan que el hielo bajo el fuego no se fundió. Es hielo mágico.
Tras el combate no tardan en hacer chistes sobre el buen uso de "el otro yo" de Vincenzo en contraposición al "otro yo" de Paighon. La curiosidad les gana y Vincenzo les explica sobre la Dunamancia. Un tipo de magia basado en las probabilidades y la potencialidad capaz de modificar tiempo, gravedad y el destino. 

Dunamancia - trae distintas realidad a ésta
Darastrix explica algo sobre las criaturas que acaban de enfrentar. Dice que datan de los oscuros tiempos de la historia cuando las legiones del plano de hielo marcharon en el plano material tratando de congelarlo todo. Estas criaturas son los restos de los espíritus de las criaturas que azotaron el plano material. Eran sirvientes de Errevon, el Rimelord. Si regresaron a este lugar es porque alguien las comanda. Darastrix dice que "ella" se lo acaba de explicar. Vincenzo muestra curiosidad y pregunta quién era ella. Darastrix se hace el distraído y continúan con la exploración. 
El kóbold avanza hasta las escaleras y luego la gran puerta de hielo del recién emergido castillo. Intenta abrir la puerta pero el frío al taco lo sobrepasa. Ngyr-Korath intenta utilizar fuego mágico para abrir un hueco en la puerta. Las luces de su conjuro le hacen ver reflejos del otro lado. Habían criaturas más allá de los portones. Vincenzo nota un par de figuras grandes y un puñado de figuras pequeñas. Nyzel y Darastrix se ponen en lados opuestos de la puerta previendo un enfrentamiento mientras Ngyr-Korath lanza varios conjuros de fuego hasta hacer un orificio grande en las puertas. En ese momento un grito en élfico que sólo él comprende: "Intrusos".
Ngyr-gorath comienza un diálogo que sólo él comprende en su lengua materna con los seres dentro del castillo que reconocen su apellido. Rápidamente el ente que domina el cuerpo de Ngyr-Korath prepara un farol fingiendo ser un miembro de ellos. Utiliza su magia para leer sus mentes y detecta que estaban esperando un paquete con huevos de wyvern, además de que ellos habían doblegado Westruun y planeaban hacer lo mismo en Kymal. Aún leyendo la mente de los supuestos invasores descubre que Zahel, un maestro mago de Lyrengorn se encontraba allí liderando el alzamiento del castillo del Rimelord. Ante las preguntas de Ngyr-gorath crece la desconfianza y cae su charada. Los guardias emprenden le gritan que suelte sus armas y se rinda.
Bestia de hielo
Ngyr-Korath advierte mentalmente a sus compañeros que se preparen. Al abrirse las puertas Nyzel apreta los dientes ante el dolor de su herida interna y lanza un conjuro de sombras. Un torbellino de oscuras figuras con forma de murcielagos revolotea alrededor de los enemigos. She-ra lanza un conjuro de silencio en la tiara de uno de los elfos enemigos y su bestia de la tierra avanza como barrera. Ngyr-Korath lanza su conjuro de torbellino arrastrando a los dos elementales de hielo enormes y a uno de los elfos guardianes. Los conjuros del equipo hacen que los enemigos pierdan tiempo replegándose e intentando lanzar hechizos inútilmente en la zona de silencio. Ngyr-Korath hace un gesto con sus manos y la sombra de uno de los elfos comienza a asfixiarlo dejándolo incapacitado para combatir. Darastrix se asoma pidiendo que dejen a un elfo inconsciente para averiguar su plan, avanza y dispara su arco. Uno de los elementales se retira alejándose de las figuras sombrías aladas mientras que el otro, mejor posicionado, lanza una bocanada de aire congelado de cara al grupo. Vincenzo reacciona furioso y envía a su eco a combatir en dirección opuesta a él. Los elfos siguen replegándose entorpecidos por el conjuro de Nyzel. Uno de ellos sufre un golpe de la espada del eco mientras que el otro alcanza a lanzar un conjuro de bola de fuego. La bola de fuego daña a Ngyr-gorath que responde lanzando una lluvia de proyectiles de fuego atroz sobre el mago enemigo. Darastrix se escabulle y apuñala a uno de los elementales y luego se esconde. En los siguientes instantes Ngyr-Korath cae inconsciente por un ataque frío de un elemental mientras que el otro cae destrozado por el pujante conjuro de Nyzel. El siguiente en caer es uno de los elfos por un ataque certero del eco de Vincenzo. Su cabeza rueda por el frío suelo. Los enemigos siguen lanzando conjuros de fuego poniendo la vida de Ngyr-Korath al borde del abismo. 
El elfo lanza manos ardientes en el grupo
Con Ngyr-Korath en una situación crítica She-ra le pide a su bestia de la tierra que le acerque el cuerpo de su compañero. Lo logra sorteando los ataques enemigos. En ese momento utiliza un conjuro sanador para traerlo de nuevo al combate. Ngyr-gorath le agradece al despertar y acto seguido invoca una criatura del "más allá" como en el combate con Escarlata. La bestia ataca la psiquis del elfo enemigo justo antes de que Darastrix haga lo propio con una puñalada trapera. Vincenzo hace uso de su velocidad de ataque y combinación con su eco para liquidar a un elemental y a un elfo. Ngyr-gorath le pide que se rinda al elfo que aún se mantenía en pié mientras Darastrix lo apuñala y finalmente Vincenzo lo deja inconsciente. Velozmente Darastrix toma y esconde la tiara que llevaba uno de los elfos.
Revisan a los caídos y sólo ven el símbolo de la ciudad de Lyrengorn, los Elven Peaks. Vincenzo los reconoce, son los mismos elfos que atacaron Westruun. Ngyr-Korath incluso cree reconocerlos, aunque dejó atrás la ciudad hace mucho y no tiene certezas. Darastrix no quiere perder tiempo y meten al inconsciente en la "celda" 9 de su espejo mágico. Toman un breve descanso en una sala alejada, donde Paighon recobra el control de su cuerpo, y continúan explorando el vacío castillo. 

Finalmente llegan a la gran sala del trono donde encuentran al maestro abjurador Zahel sentado bajo una enorme escultura en hielo del Rimelord. Inmediatamente el mago hace un comentarios sobre Paighon y su sangre sucia. El hechicero se limita a pedir explicaciones ignorando el insulto. Zahel no revela sus planes y luego tienen un confuso diálogo sobre el padre de Paighon, ambos discursos no parecen concordar. Paighon parece enaltecer el trabajo de su padre mientras que Zahel lo desmerece. Zahel responde burlándose de los compañeros de Paighon cuando éste lo amenaza y le pide que detenga la inquisición. 

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