Templo de Ámbar 2.0
Heridos del último combate deciden acampar, pero no en las afuera, en lo salvaje. Utilizan una de las entradas secretas a las salas de defensa con aspilleras en la entrada del templo para pasar una noche calma. Sariel aprovecha a copiar símbolos arcanos en su libro ampliando su repertorio de magia.
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La líder del grupo de salvajes |
A la mañana siguiente, antes de retomar la exploración, ven por las aspilleras a un grupo de salvajes de la montaña liderados por una mujer salir acompañados de un enorme huargo. Aprovechando que este grupo salía de cacería revisan la sala que tenían ocupada encontrando sólo algunas mantas con olor a pelaje húmedo.
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Flameskull |
De forma precavida Freydis escucha en la siguiente puerta antes de explorar el ala oeste del templo al mismo tiempo que Galah se asoma por el balcón principal viendo luces verdes salir de las aspilleras que dan a esa ala. Entre el ruido y la luz preciden que se trata de más calaveras llameantes por lo que se preparan para descargar sus ataques sobre las calaveras. Con la ventaja táctica las calaveras no pueden hacer mucho y se convierten en polvo antes de poder realizar acción alguna.
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Straff of Frost |
En ese mismo pasillo encuentran a un mago calcina que no fue tan precavido. Su libro de conjuros destruido y quemado, pero su bastón de mago intacto. El grupo decide que lo mejor es que Wen lo lleve para incrementar su poder de acción en combate. En una de las salas de esta ala encuentran una maqueta del Castillo Ravenloft junto a un viejo cofre con un falso fondo donde descubren un antiguo tomo mágico.
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Tomo del conocimiento |
Sariel hace varios rituales seguidos para detectar magia e identificar tanto el bastón como el libro. Hess descubre que "algo" estaba escondido dentro de la maqueta por lo que comienzan a destruirla y tomar nota de la disposición de las salas. De lo que no se percatan es que las calaveras llameantes se recomponen mientras investigan iniciando un ataque inmediatamente. El grupo se organiza rápidamente pero no logran evitar una descarga de bola de fuego de una de las calaveras que finalmente es destruida por Wen.
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Tomo de Strahd |
Finalmente terminan de desmoronar la maqueta encontrando un libro con el símbolo del grifo de la familia de Strahd. Deciden guardar el libro para revisarlo más adelante. En la siguiente habitación encuentran un festín ilusorio, pero la magia de Sariel detecta que además de la ilusión un objeto es real, una jarra mágica capaz de convertir los líquidos que le viertan en sabroso vino. La siguiente sala tras uno de los balcones que flanqueaban la enorme estatua es un pequeño templo dónde Wen, con su varita mágica, detecta una puerta secreta. Al abrirla un sin fin de cráneos caen al suelo. La pequeña sala se encontraba llena de estas calaveras. En el recinto descubierto ven un cofre pegado al techo. Galah trepa y golpea el cofre con la espada de Freydis activando una trampa que hace desaparecer el suelo dejando caer las calaveras unos treinta pies.
Habiendo explorado toda la sala vuelven con Vilnus entregando el libro destruido pero manteniendo en secreto que encontraron el bastón. El aprendiz de mago se encuentra completamente frustrado y se niega a ayudar al grupo. También tiene miedo de salir por lo que se queda en el lugar comiendo insectos.
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Gólem de ámbar con cabeza de chacal |
El siguiente enemigo sería un gólem de ámbar. El grupo se organiza rápidamente. Freydis utiliza su hechizo para hacer crecer espinas para retrasar al gólem además de dañarlo. Wen utiliza su estallido arcano para empujarlo de nuevo dentro de las espinas. Cuando el guardián ambarino llega a la cercanía de los aventureros ya se encuentra astillado y devastado. Hace falta un golpe de la espada de luz para destruirlo completamente.
Intuyendo que otra puerta se encontraba de forma simétrica al templo que se encontraban recorriendo descubre una escalera que los lleva directo a una sala cuya puerta cuelga de las bisagras y que emana un hedor a muerte horrible. Media docena de no muertos aguardaban en la extraña bóveda. Decidido a acabar con estas aberraciones y a probar su nuevo bastón Wen utiliza uno de los poderes de su nueva arma lanzando una oleada de frío que liquida congelando a cuatro de los no muertos e hirieron terriblemente a los dos restantes.
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Cone of Cold |
No cuesta mucho liquidar a los dos no muertos restantes. En la bóveda que custodiaban estas criaturas encuentran tres bloques enormes de ámbar. Tras meditarlo deciden que Freydis los destruya con Shatterspike produciendo que al romperse cada uno se escuche un grito de ultratumba de algún ser o entidad ligada al bloque.
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Bruja baroviana |
Siguen explorando la planta baja y encuentran a tres brujas intentando ingresar a otra bóveda. No pierden tiempo y descargan toda suerte de sortilegios mágicos sobre ellas. Las brujas no tienen oportunidad de reaccionar y son liquidadas. Hacia el oeste del templo encuentran dos antiguas habitaciones. Una de las cuales tiene un constructo inutilizado que pone nervioso al grupo. La máquina se limita a mover la cabeza siguiendo los movimientos de Hess mientras este revisa la sala, pero por lo demás parece inmovilizado. Las telarañas que cuelgan de él delatan el tiempo que lleva sin moverse.
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guardián inutilizado |
Se dirigen a una de las siguientes bóvedas y, al verse imposibilitados de entrar forzando o empujando la puerta, Freydis utiliza a Shatterspike nuevamente para destruir la entrada. Esto causa una explosión de energía necrótica que daña a todo el grupo pudriéndolos por dentro. Al ingresar vuelven a encontrar tres bloques de ámbar que la exploradora procede a destruir nuevamente escuchando los perturbadores gritos de nuevos.
Se toman un descanso antes de proseguir y esta vez Hess toma a Shatterspike y el resto toma distancia. El clérigo rompe la puerta recibiendo la descarga necrótica y quedando al descubierto frente a las tres calaveras llameantes.
Kasimir, Wen, Galah y Freydis se mantuvieron a salvo de la explosión necrótica, pero no se encontraban suficientemente dispersos, eso los convierte en objetivos ideales para las bolas de fuego de las calaveras. Sabiendo que ni el fuego ni el frío las dañan logran destruirlas fácilmente consiguiendo ingreso a la bóveda para destruir los bloques de ámbar. Quedando muchas horas del día, pero sintiéndose ya exhaustos deciden atrincherarse en una de las habitaciones que acababan de revisar utilizando un guardián sagrado convocado por Hess para proteger la entrada. El clérigo también aprovecharía las horas para estudiar el tomo mágico, Sariel a estudiar los libros de conjuros hallados y, además, leen el libro de Strahd:
"Soy el anciano, soy la Tierra. Mis orígenes se pierden en la oscuridad del pasado. Fui el guerrero, fui bueno y justo. Atroné por la tierra como la ira de un dios justo, pero los años de guerra y todas las muertes desmenuzaron mi alma como el viento convierte la piedra en arena. Todo el bien se deslizó fuera de mi vida; descubrí que mi juventud y mi fuerza se habían ido, y que todo lo que quedaba era muerte.
Mi ejército se aposentó en el valle de Barovia y tomó poder en nombre de los dioses, pero sin divina gracia o justicia. Llamé a mi familia, arrojada desde hacía mucho de sus antiguos tronos, y la traje aquí para que se aposentaran en el Castillo Ravenloft. Acudieron con un hermano mío más joven, Segei. Era apuesto y juvenil. Yo lo odiaba por ambas cosas.
Sergei había elegido de entre las familias del valle una cuyo espíritu brillaba por encima de todos los demás: una rara belleza, que era llamada "perfección", "alegría" y "tesoro".
Su nombre era Tatyana, y yo ansiaba que fuera mía. La amaba con todo mi corazón. La amaba por su juventud. La amaba por su alegría.
¡Pero ella me desdeñó!. "Viejo", era mi nombre para ella, y también "hermano". Su corazón fue hacia Sergei. Se comprometieron. Se fijó la fecha.
Con palabras me llamaba "hermano", pero cuando miraba dentro de sus ojos éstos reflejaban otro nombre: "muerte". Era la muerte de la vejez la que ella veía en mi. Amaba su propia juventud y gozaba de ella. Pero yo había malgastado la mía. La muerte que ella veía en mi la apartaba de mi lado. Y así empecé a odiar la muerte, mi muerte. Mi odio era muy fuerte; no me dejaría llamar "muerte" mucho tiempo.
Y así hice un pacto con el propio Diablo, un pacto de sangre. El día de la boda, maté a Sergei, mi hermano. Mi pacto quedó sellado con su sangre.
Hallé a Tatyana llorando en el jardín al este de la capilla. Huyó de mi. No me dejó explicarme, y una gran ira creció dentro de mi. Tenía que comprender el pacto que había hecho por ella. La perseguí. Finalmente, desesperada, se arrojó desde las murallas de Ravenloft, y yo contemplé todo lo que siempre había deseado caer fuera de mi alcance para siempre.
Eran trescientos metros por entre la bruma, pero jamás se halló el menor rastro de ella. Ni siquiera sé cuál fue su destino final.
Las flechas de los guardias del castillo me atravesaron hasta el alma. Pero no morí. Como tampoco seguí viviendo. Me convertí en un muerto viviente, para siempre...
He estudiado mucho desde entonces. "Vampiro" es mi nuevo nombre. Todavía ansío la vida y la juventud y maldigo a los vivos que me la arrebataron. Incluso el sol se ha vuelto contra mi. Son el sol y su luz lo que más temo, porque pocas cosas más pueden ahora dañarme. Incluso una estaca a través de mi corazón no me mataría. ¡Pero la espada, esa maldita espada que Sergei trajo! ¡Debo deshacerme de esa terrible herramienta! Le temo y la odio tanto como si fuera el sol.
Con frecuencia he buscado a Tatyana. La he sentido incluso rozarla con mis manos, pero se me escapa. ¡Se burla de mí! ¿Qué hará falta para doblegar su amor?
Ahora resido en lo profundo de Ravenloft. Vivo entre los muertos y duermo entre las mismísimas piedras de este vacío castillo lleno de desesperanza. Sellaré los muros de las escaleras para que nadie perturbe mi descanso."